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Antes que nada, no quiero dejar pasar la oportunidad este primero de enero de 2024 de saludar a mis lectores con este pequeño mensaje: 

Quiero expresarles mi más cálido saludo y buenos deseos para cada uno de ustedes. Que este nuevo año les traiga alegría, salud y prosperidad en cada paso que den. Que encuentren nuevas oportunidades, superen desafíos con valentía y construyan recuerdos inolvidables. 

¡Feliz año nuevo 2024!
Emiliano Eijo

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Queensberry Vs. Wilde

El Marqués de Queensberry no solo dejó una profunda marca en el mundo del boxeo mediante la instauración de sus reglas revolucionarias (Reglas del marqués de Queensberry), sino que también fue el protagonista de una saga judicial que arrojó una sombra oscura sobre la vida del escritor y dramaturgo más famoso de toda Inglaterra, Oscar Wilde. Este intrincado drama se desplegó alrededor de la relación homosexual entre el hijo del Marqués (Alfred Bosie Douglas) y Wilde, dando origen a conflictos legales que, lamentablemente, llevaron al infortunio y encarcelamiento del distinguido autor.

Imagen: Marqués de Queensberry

Confrontación pública

El tejido de esta historia legal y social comenzó a desentrañarse cuando el Marqués de Queensberry, confrontado con la relación entre su hijo y Wilde, decidió tomar medidas drásticas. Su rechazo a esta unión se manifestó de manera contundente a través de una confrontación pública, donde dejó una nota colgada y firmada en uno de los clubes frecuentados por Wilde. La nota, con el término "sodomita" resaltado, fue un claro acto de desaprobación que desencadenó una serie de eventos legales que cambiarían para siempre la vida de Oscar Wilde. Queenberry inició una campaña de difamación en periódicos y revistas acusándolo de homosexual. 

Imagen: Oscar Wilde y Alfred Bosie Douglas

En un intento por defender su honor, Wilde demandó al Marqués de Queensberry por difamación, pero esta estrategia legal resultó ser un revés catastrófico. El juicio expuso la vida privada de Wilde, presentando testimonios de prostitutos y antiguos amantes que confirmaron relaciones homosexuales. El veredicto del 27 de mayo de 1895, declaró al Marqués inocente y condenó a Wilde a prisión y trabajos forzados por cargos de conducta indecente y sodomía. 

A pesar de las numerosas presiones y súplicas de clemencia provenientes de sectores progresistas y destacados círculos literarios europeos, las cuales resonaron fuertemente en un intento de cambiar el destino del escritor, los oídos de la justicia se mantuvieron cerrados. Oscar Wilde se vio forzado a cumplir íntegramente su condena, enfrentando un destino implacable que marcó el fin de una era.

Así, la influencia del Marqués de Queensberry trascendió las reglas del boxeo para teñir la vida de Oscar Wilde con un drama judicial y social que hoy sigue resonando como una tragedia profundamente arraigada en los prejuicios y las normas morales de la época.

El encarcelamiento

Su encarcelamiento lo llevó a las sombrías instalaciones de Wandsworth y Reading, donde, paradójicamente, encontró la inspiración para crear (posteriormente de su encarcelamiento), la aclamada "Balada de la cárcel de Reading". Este poema, nacido de la amargura, resonó como un eco trágico de su propia caída desde las alturas del éxito y la gloria literaria. 

La sentencia impuesta a Wilde representó más que la privación de su libertad; significó la pérdida total de todo lo que había logrado durante sus años de gloria, quedo en bancarrota y perdió la custodia de sus hijos. Las brillantes luces de su carrera literaria se extinguieron abruptamente, dando paso a la oscura penumbra de la cárcel. El hombre que una vez había cautivado a la sociedad con su ingenio y talento ahora se encontraba recluido, enfrentando la dura realidad de su desgracia.

Angustiado y desde la prisión, Wilde escribió "De Profundis" una obra donde muestra su frustración, su dolor y resentimiento por el abandono de Bosie (así llamaba Wilde a su amante Alfred Douglas), que comienza con estas palabras: 

"Después de una larga e infructuosa espera, me he decidido a escribirte, y ello tanto en tu interés como en el mío, pues me repugna pensar que he pasado en la cárcel dos años interminables sin haber recibido de ti una sola línea, una noticia cualquiera: que nada he sabido de ti, fuera de aquello que había de serme doloroso”

En la obra, Wilde no se resignaba a la indiferencia de Bosie y dice que a pesar de la tristeza su corazón aun recuerda el amor que sintió.

La Libertad

Tras recuperar la libertad, Oscar Wilde optó por una metamorfosis radical, abandonando su nombre y apellido para adoptar los de Sebastian Melmoth. Este cambio simbolizó no solo una búsqueda de anonimato, sino también una renuncia a la identidad que lo había llevado a la cúspide de la fama y, posteriormente, a la ruina. Bajo el nuevo manto de Sebastian Melmoth, inició una nueva fase de su vida marcada por la sombra de los años oscuros. 

El destino lo llevó a París, una ciudad que se convirtió en su refugio y testigo silente de sus últimos días. Estos años estuvieron impregnados de fragilidad económica, deterioro de la salud y los estragos derivados de su batalla contra la adicción al alcohol. Aunque París le ofreció un rincón de relativa tranquilidad, la penuria económica y la lucha personal continuaron marcando sus días.

En un giro sorprendente, Wilde, en sus postreros momentos, se acercó al catolicismo. Este cambio espiritual añadió un matiz intrigante a la compleja narrativa de su vida, revelando una búsqueda de redención y consuelo en las creencias religiosas.

Legado

Póstumamente su legado artístico comenzó a resurgir y sus obras, una vez desterradas y silenciadas, volvieron a representarse y editar, redescubriendo su genialidad literaria mucho después de su desaparición física. Este renacimiento tardío, aunque no pudo borrar las penurias y desafíos que marcaron sus últimos años, permitió que la genialidad creativa de Wilde brillará una vez más en la escena literaria mundial.

Wilde, murió a los 46 años de edad...

"Oscar Wilde y Yo"

Luego de su muerte, Alfred Bosie Douglas publico su libro "Oscar Wilde y Yo", como respuesta directa a "De Profundis", la obra de Wilde, que buscó avergonzarlo mediante reproches, denigraciones y advertencias a Bosie ante la opinión pública, y a diferencia de Wilde, quien, con una prosa suave, instaura un llamado a la moral al sentirse traicionado, citando obras clásicas y hasta fragmentos bíblicos, Douglas adopta un enfoque más directo y lanza un ataque sutil. En sus palabras, afirmó: 

“No lo acusaré de haberse apropiado de mis vinos, consumido mis ingresos, corrompido mi inteligencia y haberme hecho despilfarrar los años más espléndidos de mi existencia. Reconozco mi responsabilidad. A lo hecho, pecho”.

Portada del libro: "Oscar Wilde y yo" de Alfred Douglas

En sus modales pretenciosos y su peculiar excentricidad, Alfred Douglas emerge en su libro como una figura intrigante, un individuo de lengua bífida que, a pesar de los tibios y escasos elogios que profiere a Wilde, no escatima en arrojar sobre él toneladas de descrédito. Este niño rico y caprichoso no titubea en exponer cada detalle incómodo, desde los problemas en la dentadura de Wilde y el consecuente aliento desfavorable, hasta los intrincados aspectos de su soporte financiero. Este último, sostenido por una mensualidad enviada por la madre de Wilde, una suerte de cordón umbilical económico que permitía al escritor crear sin las ataduras de las preocupaciones monetarias. Douglas no deja de lado ni el sobrepeso de Wilde ni el tratamiento que este debió emprender contra la sífilis, desenterrando los detalles más íntimos de la vida del renombrado autor, incluyendo sus encuentros con prostitutos.

Imagen: Lord Alfred Bosie Douglas

En este relato perspicaz, Alfred esculpe una narrativa que va más allá de la mera crítica, sumergiéndose en los rincones más personales y a veces incómodos de la vida de Wilde. Con una pluma afilada como una daga, Alfred Douglas revela la complejidad del hombre detrás del genio literario, despojándolo de la aureola de la admiración pública.

Nota: "Oscar Wilde y yo" fue publicado en 1914 y se trata de un descargo contra la ola de demandas que los admiradores del escritor lanzaron contra Douglas y que no cesarían ni aun después de su muerte. Para disponer su argumento, Douglas hace una retrospectiva de la relación y del legado artístico de Wilde, que tilda de vulgar y perverso, llegando a afirmar en alguno de sus escritos que "Wilde es la mayor fuerza diabólica que existió en Europa en los últimos trescientos cincuenta años". Como fuese, pocas veces una polémica tan íntima causó tanto revuelo público. El texto de Douglas quiere refutar la carta de Wilde; la carta de Wilde es una refutación del texto de Douglas. Sin embargo ambos alegatos son mucho más que eso, pues surgen de una historia de amor prohibida, apasionada y secreta.  El lector tiene la última palabra.

Sobre Oscar Wilde

Óscar Wilde, quien vio la luz por primera vez en el seno de una familia noble en Dublín el 16 de octubre de 1854, emergió como el símbolo supremo del dandismo, encarnando el gentleman por antonomasia en la efervescente época victoriana. Su figura se erigió como el árbitro indiscutible de la elegancia, dejando una huella imborrable en la historia al revolucionar el mundo con sus epigramas y aforismos geniales, consolidándose posiblemente como el individuo más superficial de su tiempo. Su linaje, impregnado de prominencia y distinción, lo conectó de manera directa con su destacado progenitor, el ilustre médico Sir William Wills Wilde, y con su madre, la poeta de personalidad arrolladora Jane Agnes Elgee, conocida como Lady Wilde. De ella, Wilde no solo heredó un talento innato, sino también un espíritu creativo y apasionado que marcó indeleblemente su trayectoria.

En el efervescente año de 1891, Óscar Wilde, en medio de uno de los suntuosos almuerzos que solía ofrecer en su hogar, cruzó caminos con Lord Alfred Douglas. Este joven poeta, miembro de la aristocracia, deslumbraba con una belleza incomparable, pero su encanto escondía una naturaleza déspota, cruel y excesivamente vanidosa. Fue en ese encuentro donde las trayectorias de Wilde y Douglas se entrelazaron, dando inicio a una relación que, aunque marcada por la pasión y la intensidad, también sería el epicentro de controversias y dramas que resonarían a lo largo de los años. La unión de estos dos personajes tan distintos prometía una historia que trascendería los límites convencionales de la sociedad de la época.

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